El lenguaje, elemento fundamental de la comunicación humana, ha evolucionado desde su incierto origen como respuesta a la necesidad de interacción entre nuestros ancestros. Existen dos teorías principales sobre su surgimiento: la continuidad, que plantea un desarrollo gradual a partir de capacidades cognitivas innatas, y la discontinuidad, que sugiere una mutación biológica que perfeccionó la habilidad lingüística. Este proceso permitió conceptualizar y comunicar ideas complejas, constituyendo un pilar esencial en la formación de civilizaciones. En la actualidad, la globalización y la tecnología han transformado el lenguaje, compactándolo y adaptándolo a formas simbólicas y expresivas, como las usadas en redes sociales, lo que refuerza su papel como una herramienta social en constante evolución.
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Para discutir sobre las etapas del lenguaje, primero tenemos que aproximarnos a su origen. Es difícil determinar el momento exacto en el que se inventó el lenguaje en la forma final que conocemos, como también lo es determinar si surgió en algún lugar en general o en varios de forma simultánea o tardía. Lo que sí conocemos es que tuvo que existir un proceso mediante el cual se fue desarrollando el lenguaje como fruto de la necesidad de comunicación entre los antiguos primates, en especial para informar sobre otras necesidades como la alimentación, la presencia de depredadores – protección – y otras que pudieran suscitar un interés urgente de nuestros antepasados.
Con respecto a las teorías concernientes al origen del lenguaje, existen dos de ellas: La teoría de la continuidad y la de la discontinuidad. Por un lado, la teoría de la continuidad hace referencia a la facultad innata y genética que tiene el ser humano – elaborada y perfeccionada a lo largo de todo el proceso evolutivo a través de un gradualismo similar a cualquier otra especie – para la comunicación y su constante avance lingüístico; en este campo también se encuentran aquellos que sugieren que la comunicación no es el factor determinante de la facultad innata sobre la que se impulsó el lenguaje, si no que atribuyen dicha característica innata a la cognición del primate pre-homínido, que es mucho más compleja en cuanto a la codificación de contenidos a través de sonidos capaces de ser percibidos por el entendimiento primitivo; también, entre las diferencias que encontramos entre algunos defensores de la teoría de la continuidad, están aquellos que atribuyen al lenguaje un origen vocal y otro gestual. En el caso de la teoría de la discontinuidad, los expertos de esta teoría hablan de una mutación en algún antepasado biológico que originó una disrupción que perfeccionó la facultad lingüística de éste y sus sucesores y creó una cadena evolutiva de desarrollo sustancial, la defensa de esta teoría subyace en que la diferencia entre el lenguaje humano y animal, se debe únicamente a la capacidad cognitiva de estructurar y sistematizar los sonidos comunicacionales para darle una forma sofisticada dentro del intelecto; a esta capacidad, los lingüistas la llaman propiedad de “infinidad discreta”.
Existen muchas hipótesis científicas y religiosas sobre el origen de esta herramienta que significó el punto de arranque de todo tipo de civilización humana, sin embargo, la etapa más amplia de su desarrollo, tiene que ver con la capacidad del ser humano para determinar y comunicar (en la relación constante entre sujeto y objeto) el estado o características de objetos – o incluso de otros sujetos – que no se encuentran dentro del campo sensible del mismo revistiendo la habilidad cognoscente con esta nueva habilidad consciente. Este principio también conocido como conceptualización, permite intercambiar experiencias sensibles entre sujetos humanos y racionalizarlos que, es uno de los pilares de la sociedad del conocimiento.

Hoy en día, con las nuevas innovaciones y en un contexto de globalización, el lenguaje se ha compactado en formas discursivas que permiten una ampliación para el proceso comunicacional, lo cual ha sido un desafío lingüístico sin precedentes, las combinaciones y los sincretismos lingüísticos han hecho evolucionar al lenguaje hacia una construcción social que sigue agudizándose en sintonía con el avance tecnológico y la universalización del uso del lenguaje en un modo más compacto. Las nuevas formas de comunicación, como las redes sociales, han revolucionado el uso del lenguaje llevando a una convergencia innovadora entre el lenguaje hablado y el lenguaje escrito; también resalta el nuevo uso del lenguaje simbólico y la sobreutilización de la expresividad.
Cada una de estas etapas – su origen, sofisticación y globalización – representan cambios reformadores en el lenguaje y nos permiten catalogarlo como una herramienta social en construcción con una base natural y biológica.